Cuando se termina el amor

Hace poco comentábamos en una tertulia de amigos que se nos enseña a iniciar las relaciones amorosas, pero nunca a terminarlas; parece darse por sentado que van a ser eternas, pero cuando menos lo esperas un final insospechado te puede asaltar. En realidad no hace falta enseñar a nadie a enamorase; en primer lugar porque el amor es un reflejo, es un sentimiento que no nace de nuestra voluntad, si no que se despierta y nos limitamos a experimentarlo. De este modo no existe una fórmula que te permita su manejo o su control.
Yo distinguiría dos emociones diferentes cuando se establece una relación de pareja: el hecho de amar, de estar enamorado y el hecho pasional o el de sentirse atraído sexualmente con fuerza por la persona amada. No es fácil que se den juntos esos dos componentes en igual  medida e incluso puede que falte uno de ellos. En cualquier caso una relación basada en el enamoramiento y  la atracción, dura, según la ciencia, un máximo de cuatro años. Más tarde, ese enamoramiento, si entre ambos miembros ha existido una buena relación, se transformará en cariño, se transformará en eso que llamamos “querer”. Ese querer es el que sientes por tu madre, por tus  hermanos, por tus amigos o incluso por tus mascotas; pero no puede equipararse a  ese otro amor.
Existe un gran problema en nuestro idioma ya que utilizamos la palabra amor para varias emociones que realmente son distintas. Así deberíamos distinguir un amor universal, por el cual nos damos y nos entregamos a los demás sin esperar nada a cambio y un amor romántico por el hacemos el mismo tipo de cosas, pero del que esperamos ser correspondidos por parte de la persona amada;  y por último se encuentra ese  amor cariño por el que quieres, como decía, a tu familia, a tus amigos e incluso a tus mascotas.
Los enamorados no se dan el uno al otro sin esperar nada a cambio. En realidad lo esperan todo del otro. Es un amor egoísta; pero así debe ser ese amor. La prueba está en que si a uno no le corresponden,  puede entrar en un estado depresivo o de obsesión enfermiza.
Luego está el matrimonio o la pareja formalizada que aparece cuando, además de sentir amor romántico y atracción, nos comprometemos a una serie de normas, a establecer en nuestra vida un tipo de conducta que va mucho más allá de los impulsos instintivos, es decir, los que se dan por sí mismos, como el amor y  la pasión.
El matrimonio o la pareja legalizada suponen un compromiso intelectual. Entre otras cosas supone fidelidad; pero la fidelidad no es un impulso espontaneo. Lo que sin duda es espontaneo suele ser a menudo todo lo contrario. El compromiso no te va a salvar de que otras personas, al margen de lo que determine tu voluntad, te atraigan o despierten sensaciones. Sí está en la voluntad no responder a ellas o alimentarlas, pero me pregunto hasta qué punto puede fiscalizarse uno mismo. Sin duda al principio es muy fácil, pero cuando la fascinación de los primeros años se ha esfumado como consecuencia del fin de los procesos químicos que nos tenían centrados en “nuestro único amor”, ¿quién está libre de no sucumbir ante los nuevos estímulos,  ante lo que vulgarmente llamamos tentaciones?
Por otra parte el fin del amor no suele darse en los dos miembros de la pareja al mismo tiempo y cuando sucede en uno de ellos y en el otro aún están fuertes los sentimientos, este otro se pregunta qué es lo que falló, qué es lo que hizo mal o si la otra persona le mintió con respecto a lo que sentía. Casi nunca se admite que simplemente se terminó ese proceso “mágico” que los unía. Sencilla y lamentablemente sucede sólo eso: se termina como se termina una estación o cualquier otro ciclo natural. Según Bert Hellinger, cuando concluye una pareja suele buscarse alguna clase de motivo por el que se haya producido su fin, ya que si existe, también existe la esperanza de hacer algo, quizá haya algún escollo que aún se pueda superar.
Cuando se rompe una relación es simplemente porque el ciclo ha terminado y el otro, el que aún continua amando, debe aceptar la situación y superar su duelo. Por desgracia, no puede hacerse mucho más.
Realmente cuando termina el amor, el cariño o el “querer” permanece. Si ha habido respeto por parte de ambos, ¿cómo vas a dejar de quererte después de haber vivido juntos tanto tiempo? Se quiere a una mascota, ¿cómo no vas a seguir queriendo a tu pareja, aunque irrumpa en tu vida un nuevo amor? En la mayoría de los casos el sufrimiento de quien decide separarse, se enfrenta a esa disyuntiva. Generalmente uno se vuelve loco porque, cuando analiza sus sentimientos, descubre que hay cariño hacia la persona de la que decide separarse. Sin duda que lo hay, pero al examinarlo también descubre que no existe ya ese amor;  el amor de los enamorados,  el que creó aquella magia que los condujo hacia su unión amorosa.
Sin duda, al terminarse al amor romántico, uno puede decidir continuar con su pareja. Puede tomar todas las decisiones que su voluntad o sus circunstancias le permitan; incluso seguir siendo feliz. No lo cuestiono en absoluto. Pero los sentimientos son mucho más libres que nosotros y a menudo tratamos de hacerlos encajar con las normas morales, que imperan en nuestra sociedad y en nuestro tiempo, o con nuestros propios deseos; siendo ésta una tarea destinada al descalabro o la frustración.

Realmente, a fin de cuentas, lo que verdaderamente  importa no es lo que se espera de nosotros o lo que mostramos de nuestra vida ante los demás; si no lo que, en nuestro interior, sinceramente sentimos y ante nuestra alma nos atrevemos a admitir, a veces en el peor de los momentos, o ante las circunstancias más inoportunas.
Y como conclusión, decir que el amor de tu vida, no tiene porqué ser aquel con quien pasaste más años, si no el que permanece en el recuerdo, aún en el instante de tu último aliento.
Y por último, unos versos de Antonio Machado que me han venido a al memoria:

… / En el corazón tenía / la espina de una pasión./ Logré arrancármela un día / ya no siento el corazón./ ... / Aguda espina dorada / quién te pudiera sentir / en el corazón clavada.    
Por Valentín Martínez Carbajo.

Comentarios

  1. Has descrito el caminar de una pareja en sus distintas fases, pero hay personas que no toman otro camino porque durante su trayectoria han utilizado un complemento muy importante en una pareja , la complicidad, cuando este tèrmino es compartido por una pareja el amor es recordado, la pasiòn la sacan y la utilizan con nuevos propòsitos, el corazòn les late por las nuevas intuiciones y adaptan las fantasìas a sus rutinas cotidianas.
    Asì creo que la historia que no viviste con 30 años no las busques a los 50, pasò por tu puerta el tren y no subiste a èl.

    Me ha gustado mucho tu entrada..

    un saludo

    fus

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  2. "Y como conclusión, decir que el amor de tu vida, no tiene por qué ser aquel con quien pasaste más años, si no el que permanece en el recuerdo, aún en el instante de tu último aliento." Uff, pero qué verdad tan grande.

    Muy buen escrito; lo disfruté mucho. Saludos desde Puerto Rico.

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  3. Muchas gracias por tu comentario, Jorge. Un saludo desde Valladolid, España.

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